La mayoría de los objetos denotados como ‘causas’ (por ejemplo, curar enfermedades, aliviar tipos específicos de pobreza, integrar derechos individuales particulares en estructuras legales) se rigen por dinámicas complejas y multifactoriales. Las capacidades analíticas de los humanos suelen ser incomparables cuando se aplican a sistemas complejos. En consecuencia, la gran mayoría de las personas no son capaces de identificar qué comportamientos (tareas, proyectos, etc.) son de utilidad positiva, y mucho menos maximizar la utilidad, para el mundo.
Afortunadamente, los humanos individuales son mucho mejores (aunque no “buenos”) para determinar cuál es la utilidad positiva para ellos. Los sistemas humanos más efectivos han explotado este arbitraje de la evaluación de la utilidad individual versus la agregada para usar la evaluación individual de la utilidad en el agregado como un proxy de la utilidad agregada. Los sistemas más exitosos permiten que el agregado se duplique en evaluaciones individuales que resultan ser más correctas que otras. Un contraste histórico destacado es el relativo éxito del comunismo de arriba hacia abajo frente al capitalismo de base.
La pasión podría definirse como una asignación de alta utilidad positiva a un tema en particular por un individuo. En consecuencia, creo que cada persona que vive una vida de pasión es probablemente una de las mejores formas de optimizar la utilidad global.
Advertencia: no necesariamente quiero decir que cada persona solo debe hacer cosas que le apasionen. Todos debemos pasar mucho tiempo haciendo cosas que no nos apasionan; a menudo estos toman la forma de deber, necesidad, honestidad y justicia.