Sus expectativas, más que cualquier otra cosa en la vida, determinan su realidad. Cuando se trata de alcanzar sus objetivos, si no cree que tendrá éxito, no lo hará.
La investigación de LSU muestra que las personas que creen en sí mismas usan más funciones metacognitivas que las que no lo hacen. Esto significa que usan más de sus cerebros y tienen más capacidad mental para resolver problemas. La metacognición es especialmente importante para el logro, ya que garantiza que aborde los problemas desde muchos ángulos diferentes y adapte su enfoque según sea necesario.
Lo complicado de sus expectativas es que también afectan a otras personas. Ya en la década de 1960, la investigación de Harvard demostró el poder de nuestras creencias para influir en el comportamiento de otras personas. Cuando se les dijo a los maestros en los estudios que ciertos niños (seleccionados al azar) eran inteligentes, esos niños se desempeñaron mejor, no solo en el aula, sino también en las pruebas estandarizadas de coeficiente intelectual.
De hecho, aprovechamos al máximo a otras personas cuando creemos en ellas. La investigación muestra que esto sucede porque cuando creemos en alguien,
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- los tratamos mejor que las personas que creemos que fracasarán,
- les damos más oportunidades para tener éxito que las que creemos que fracasarán,
- les damos comentarios más precisos y útiles que a otros, y
- enseñamos más porque creemos que es un tiempo bien empleado.
Dejar que sus dudas nublen su creencia en alguien (o algo) prácticamente garantiza su fracaso. Los profesionales médicos llaman a esto el efecto “nocebo”. Los pacientes que tienen bajas expectativas de procedimientos o tratamientos médicos tienden a tener peores resultados que aquellos que esperan éxito, incluso con respecto a tratamientos bien establecidos. Si un médico usa un tratamiento con una alta tasa de éxito clínicamente verificado pero lo presenta de manera negativa, la probabilidad de un resultado negativo aumenta.
Sus expectativas dan forma a su realidad. Pueden cambiar tu vida, emocional y físicamente. Y debe tener mucho cuidado (y estar al tanto) de las expectativas que alberga, ya que las equivocadas hacen que la vida sea innecesariamente difícil.