En palabras simples: la mente cuenta historias sobre todo lo que está afuera y adentro. Creemos en estas historias (las contamos nosotros mismos, entonces, ¿por qué no deberíamos hacerlo?) Y así etiquetamos todo lo que experimentamos según la historia. Podemos recordarlos y con esto generamos nuestra propia verdad. La manzana en la nevera podría descomponerse, pero todavía tenemos la imagen de la manzana fresca en nuestra mente. Llegamos a conocer la realidad cuando abrimos el refrigerador esperando la manzana fresca y encontrando la podrida. Esto genera insatisfacción. O deleitarse cuando aún está fresco.
Esto también deja en claro por qué la no permanencia es importante. Cuando sabemos que es una historia en nuestra cabeza y no una realidad, podemos encontrar cualquier cosa sin estar demasiado encantados o estresados. Generar la mente significa que no estamos inactivos, por ejemplo, en un estado meditativo. Esta meditación es algo que no puede durar para siempre, retroceder de la experiencia meditativa más pacífica será estresante debido a la historia que generamos sobre el evento posterior. Queremos recuperarlo, sin poder ver cómo la mente se acerca a la experiencia, anticipando permanecer allí una vez más.
Si la mente no se queda con las historias y no con el silencio, ¿dónde se queda?