Hasta que llegué a 5, mamá dijo que se inclinara ante Dios. Yo hice.
Durante los siguientes 5 años solía mirar con avidez las ofertas. Mamá le dijo que se inclinara ante Dios, obtendrá sus dulces. Yo hice.
Y en los próximos 5 años, mamá dijo que se inclinara ante Dios, obtendrá buenas notas. Yo hice.
Cuando cumplí 16 años pregunté por qué tengo que inclinarme ante esto.
A los 20 años pregunté cómo tienen sentido estos rituales. Estos se ven locos y sin sentido.
Debes haber llegado a donde voy con esto. 🙂
Mi punto es que la elección no estaba en mi mano. La religión me fue impuesta cuando era un niño pequeño. Ni siquiera desarrollé la inteligencia para diferenciar lo bueno y lo malo, y me dijeron que Dios es bueno. Los himnos y los cánticos se forzaron en mi garganta de la misma manera que las rimas infantiles. ¿Por qué? Porque mis padres creían en Dios.
Cuando llegué a la edad de hacer mis análisis, aprendí que la mayoría de estas oraciones y rituales se realizan de manera diferente según la casta, el credo, el grupo o la religión. Me llamó la atención que todos estos adultos están haciendo lo que se les impuso en nombre de la religión. No tienen la menor idea de por qué creer en la religión. Simplemente están creyendo en eso para dar respeto a sus padres amantes de Dios.
Ahora las personas religiosas no tienen la fuerza para conjurar algo para creer firmemente. Así que se alejan con la multitud y comienzan a creer en la religión y las prácticas que les rodean sin cuestionar su autenticidad.
Los ateos, por otro lado, comienzan a cuestionar estas prácticas, buscando evidencia radical para cimentar una creencia, pero la religión a menudo no les da una respuesta justa.
Mi punto es: no puede haber una instancia específica en la que una persona se vuelva atea. Es un proceso de pensamiento que se desarrolla gradualmente con la edad. Cuanto más aprendemos, más cuestionamos la existencia de una entidad como Dios. Cuanto más experimentamos, más preguntamos sobre los resultados de estas prácticas religiosas.
PD: Al menos Déle a sus hijos la opción de ser religiosos o no. No le enseñes nada acerca de Dios, hasta que él / ella tenga conciencia para entenderlo.