No conozco a nadie que haya propuesto que la vida de Jesús sea completamente metafórica, pero hay aspectos de su vida que pueden y han sido tomados simbólicamente.
Para empezar, Jesús se refirió a sí mismo como “el pan de vida”, “la luz del mundo”, “el camino” y “la vid”. Estas metáforas describen su papel y relación con sus seguidores. Y, por supuesto, está Jesús proclamando el pan y el vino como símbolo de su muerte, diciendo “este es mi cuerpo” y “esta es mi sangre”. Los entendemos como símbolos de su sacrificio.
Más adelante en los evangelios, Jesús es descrito como el “Cordero de Dios”, refiriéndose al cordero sacrificado que fue sacrificado en la Pascua (el Cordero Pascual) que simboliza el juicio de Dios que pasa. Pero también puede referirse al chivo expiatorio, que fue enviado al desierto a morir, literalmente quitando los pecados de las personas.
Aquí es donde se pone interesante, porque hasta ahora estas metáforas generalmente se han relacionado específicamente con los símbolos religiosos de Israel, que a menudo son difíciles de seguir desde una perspectiva secular. Aún así, muchas personas entienden el término “chivo expiatorio” para referirse a cualquiera que sea culpado o castigado por los crímenes de otra persona. Pero durante los últimos 50 años más o menos, un erudito francés llamado René Girard había estado estudiando cómo este concepto describía muchas formas de violencia en la cultura humana.
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Girard trazó cómo el “deseo mimético” en los humanos condujo a la “violencia sagrada”, es decir, violencia justificada por ciertas excusas, como la religión, o “Dios”, o “costumbre”. En resumen, las personas siempre están buscando a alguien a quien culpar por sus problemas, y cuando esa persona o grupo sea identificado y “sacrificado” o desterrado, todo volverá a ser “pacífico”. ¿Te suena familiar? Porque Girard inmediatamente reconoció la vida de Jesús, repitiéndose una y otra vez en varias culturas. Pero Jesús era diferente de una manera importante: en la historia, él es claramente inocente. No solo inocente, sino incluso piadoso. Estaba claro que él era la víctima, y todos los demás estaban equivocados al condenarlo a muerte. Girard cree que la vida de Jesús expuso este mecanismo ancestral de lidiar con la violencia, al representar a la víctima no solo como inocente, sino incluso como divina. De repente, la víctima importaba. Hasta donde podía ver, este era un nuevo desarrollo en la historia humana. Girard quedó tan impresionado por esta comprensión que se convirtió en cristiano.
En este sentido, la vida de Jesús podría leerse como una metáfora de nuestra relación humana entre nosotros y con Dios.
Puedes leer más sobre esta forma de ver la vida de Jesús:
La voz de la serie chivo expiatorio – Richard Beck
Predicando la paz – Michael Hardin