La toma de decisiones es más apropiada y más efectiva.
La “educación del carácter” esencialmente dice: “Esta es la forma correcta de actuar. Hazlo, eres una mala persona”. Desde los primeros principios, esta es una posición crítica e inflexible que debe tomarse de inmediato y que requiere que el educador realice un control de daños para (a) obtener la aceptación del estudiante y (b) contrarrestar la mentalidad dogmática modelada por el método educativo. No todos los educadores se darán cuenta de que necesitan hacer esas cosas o ser capaces de hacerlas. Por lo tanto, este enfoque corre el riesgo de ser rechazado por los estudiantes o infectarlos accidentalmente con actitudes negativas.
La moralidad “basada en decisiones” esencialmente dice “Aquí hay algunas situaciones difíciles. ¿Cómo pueden responder las personas a ellas? ¿Cuáles son las consecuencias de cada estilo de respuesta?” Desde los primeros principios, este es un enfoque inclusivo y de asociación que involucra al estudiante en la creación del aprendizaje, busca la aceptación y la asociación, y respeta la autonomía de los estudiantes como tomadores de decisiones.
La realidad de la actividad moral cotidiana es que las personas construyen marcos morales a partir de los sistemas morales disponibles en su cultura, luego hacen referencia a esos marcos para superar decisiones difíciles. El comportamiento moral es fundamentalmente una respuesta basada en decisiones a situaciones específicas. Tiene sentido enseñarlo de esa manera también.
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