Tanto los reyes ingleses como los franceses consolidaron el poder que había tenido la Iglesia Católica, fortaleciendo el poder de la monarquía. Con esa toma de poder activa por los reyes inglés y fench, los representantes de la iglesia perdieron poder e influencia.
En Inglaterra, la respuesta es directa: el abrazo del protestantismo por parte de Enrique VIII llevó al fin de cualquier figura católica que tuviera influencia sobre el gobierno británico. Al final de su vida, el cardenal Wolsey fue acusado de traición, aunque murió por causas naturales.
Aunque Francia siguió siendo católica, Luis XIV afirmó su autoridad sobre la Iglesia durante su reinado. Debido a que Louis se convirtió en rey a los 5 años, Francia fue gobernada efectivamente por su madre Anne y el cardenal Mazarin. A la muerte de Mazarin en 1661, Louis tomó el poder total sobre Francia. Él gobernó sin un ministro principal y afirmó una autoridad sin precedentes sobre la Iglesia en Francia.
Antes de su disolución ocho meses después, la Asamblea había aceptado la Declaración del Clero de Francia, que aumentó la autoridad real a expensas del poder papal. Sin la aprobación real, los obispos no podían abandonar Francia y no podían presentarse llamamientos al Papa. Además, los funcionarios del gobierno no pueden ser excomulgados por actos cometidos en cumplimiento de sus deberes. Aunque el rey no podía hacer la ley eclesiástica, todas las regulaciones papales sin el consentimiento real eran inválidas en Francia. [1]
Una vez quitada, esa autoridad no volvió.
Notas al pie
[1] Luis XIV de Francia