Sócrates se dedicó al ágora (mercado) y comenzó a hacer preguntas a las personas, pero no a cualquier persona y no a cualquier cosa. Después de recibir una profecía de que ninguno era más sabio que él, decidió probarla al encontrar a alguien que fuera más sabio. Se acercó a personas expertas en diversos campos y comenzó a hacerles preguntas. Inevitablemente y sin falta, descubrió que cada individuo comenzó a hacer afirmaciones de conocimiento sobre áreas en las que no poseía ningún conocimiento. Sócrates usaría el razonamiento interrogativo conocido como el elenchus para descubrir las contradicciones que se derivan de las afirmaciones de su interlocutor. Una vez que descubriera la contradicción, el interlocutor se vería obligado a reconocer su ignorancia. Sócrates también se dejó interrogar de la misma manera.
Los temas de sus preguntas a menudo se referían a la moral: la naturaleza de la justicia, la virtud, etc.
Sócrates se rindió por completo al elenchus. De esta manera, estaba preparado para renunciar a cualquier conjunto de creencias que generaran una contradicción, incluso supuestos básicos y nociones populares en ese momento. De esta manera, el elenchus era el modo de examen que Sócrates realizaba con las creencias que él y otros a su alrededor poseían.