La forma convencional de pensar acerca de la moral es en términos idealistas: es decir, que para cualquier contexto moral dado, existe una posición moral que es correcta de una manera ideal. Nuestro trabajo como agentes morales, entonces, se convierte en descubrir y tratar de igualar ese ideal. Por ejemplo, podríamos comenzar con un ideal como “matar a otro ser es moralmente incorrecto”. Luego nos enfrentamos a una variedad de contextos:
- matando a un soldado enemigo en combate
- matando a un asesino en defensa propia
- matando colectivamente, como en la pena capital
- matando a un animal por comida
y en cada contexto necesitamos encontrar la mejor manera de implementar ese ideal moral universal. Eso podría significar convertirse en pacifista o vegetariano; podría significar hacer campaña a favor o en contra de la pena capital.
El idealismo moral de este tipo requiere un gran esfuerzo cognitivo y autocontrol, porque tenemos que determinar cuál es la acción correcta en cada caso y luego aplicarnos a la búsqueda de ese comportamiento correcto. A menudo, este idealismo se derrumba en el absolutismo moral o el dogmatismo: reglas estrictas de comportamiento dictadas por alguna fuente autorizada, reglas que se deben aplicar automáticamente, sin reflexión o consideración que puedan llevar a la gente por mal camino.
El problema con esto es que surgen formas diferentes e incompatibles de absolutismo moral: existen los dictados del cristianismo, del islam, del ateísmo secular, del conservadurismo o liberalismo, etc. Estas formas distintas e incompatibles de absolutismo se vuelven confusas para las personas que intentan seguir un camino moral: no saben qué camino seguir, y se encuentran condenados por todos los demás lados si eligen uno u otro. La respuesta natural a esto es retirarse del conflicto y decir que todas las partes son correctas a su manera, y que la elección del camino moral a seguir es puramente una elección individual.
- Si crees que tienes razón pero todos los demás dicen que estás equivocado, ¿estás equivocado?
- Si un grupo demográfico particular está estadísticamente vinculado a un tipo de delito, ¿es intolerante que la población en general no quiera más del grupo demográfico?
- ¿Es ilegal o poco ético contactar a congresistas de quienes no soy parte?
- ¿Es ético determinar el salario de un atleta en función de lo bien que se predice que se desempeñe?
- ¿Qué se siente pensar en lo correcto para decir en el momento equivocado?
El relativismo moral en el primer sentido mencionado anteriormente es precisamente esto: que la moralidad es una elección individual de un camino y estructura morales particulares, a menudo culturalmente definidos y determinados, pero en cualquier caso de igual valor moral.
El relativismo moral en el segundo sentido mencionado anteriormente es una corrupción de este primer sentido. Simplemente afirma que, dado que cualquier camino moral es igualmente valioso, todos los caminos morales son igualmente inútiles. Con este sentido, uno puede hacer lo que quiera y reclamarlo como un acto moral, porque no hay necesidad de evaluar realmente el valor moral de los actos.
Técnicamente hablando, el término “relativismo moral” solo se aplica al primer sentido. El término apropiado para el segundo sentido es “nihilismo”. Pero la mayoría de la gente no está filosóficamente en sintonía suficiente para comprender esa distinción.