Los ministros blancos en Birmingham tomaron posición contra el movimiento de derechos civiles y calificaron los disturbios de “impíos”. Los opositores a los abolicionistas usaron la Biblia para apoyar su posición. Los racistas violentos como el KKK envuelven su mensaje en el lenguaje y el simbolismo de la religión. Ahora imagínense si la lucha negra por la libertad y la igualdad hubiera supuesto confrontar al cristianismo, o hubiera destacado y ridiculizado sus partes racistas en sus lemas, o hubiera exigido una reinterpretación del cristianismo. ¿Habría sido una receta para el éxito?
El feminismo comenzó como un movimiento en gran medida secular. A pesar de que los textos religiosos y el establecimiento religioso habían reforzado las barreras que el feminismo propuso romper, el feminismo no se presentó como un movimiento anticristiano, ni pidió al cristianismo que se liberalizara para abrazar la igualdad de las mujeres.
Y ahora estamos pasando por lo mismo con gays y lesbianas. Podrían haberse levantado y exigir que se purgara la Biblia de su homofobia, pero no lo hicieron.
Menciono lo anterior no porque estas historias de lucha sean análogas a la difícil situación de las minorías, las mujeres y los homosexuales en los países musulmanes, ni las menciono para igualar el nivel de racismo y sexismo en las dos religiones.
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Los menciono para recordarles el camino que tomaron estos movimientos exitosos. Todos terminaron creando una sociedad más progresista, pero ninguno enfrentó a la religión de frente, a pesar de que los textos del cristianismo y las enseñanzas de muchos líderes de la iglesia a través de los siglos fueron una gran parte de lo que estos progresistas tuvieron que superar. De hecho, en muchos casos, los progresistas tomaron la religión que había jugado un papel primordial en su difícil situación, e hicieron de esa religión un activo en su lucha, lo que llevó a una situación en la que algunos de los agentes más efectivos del progreso eran cristianos devotos (esto es cierto en el caso de los abolicionistas, activistas de derechos civiles y eventualmente del feminismo cristiano).
Una confrontación frontal con el conservadurismo de la religión no es una estrategia probada para lograr el progreso y la liberalización.