El Espíritu Santo, al igual que Jesús, el Hijo o el Padre, son solo manifestaciones del mismo Dios en diferentes casos. Dios no pertenece al mundo material y no es un ser antropomórfico.
Jesús estaba con el Espíritu Santo y el Padre. No son tres entidades diferentes. Veo al Espíritu Santo como la manifestación dinámica y personal de Dios a sus criaturas, al Padre como su manifestación creadora y reguladora, y al Hijo como su rostro redentor y salvador. Esas son solo apariencias distintas del mismo Dios.
El asesinato de Jesús fue, por supuesto, conocido por el Dios omnisciente, y en realidad fue considerado por los cristianos como un paso profético y necesario para la demostración extrema de amor y misericordia de Dios sobre la humanidad, desencadenando la redención y la salvación de todos y del mundo. limpieza de todos los pecados. Para los cristianos, Dios dio el ejemplo más extremo a todas sus criaturas, porque Él, el Ser más supremo, decidió pasar por todo el sufrimiento humano y, sin embargo, servir a los demás y no solo ser servido. Es un Dios esencialmente altruista y accesible y no nos creó solo para ser sus “títeres” sirvientes, lejos de su luz suprema.
Por lo tanto, el Espíritu Santo fue uno con Jesús para alcanzar esta meta horrible pero también maravillosa. No necesitaba ni quería “hacer” nada. Necesitas mirar más allá del sufrimiento terrenal y ver las implicaciones espirituales y eternas del martirio de Jesús.
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