El creador de todo lo que sustenta la vida en la Tierra: Magnánimo, Prepotente, Munificiente, Todopoderoso y en cuyas manos está nuestra vida y que no desea nada más que purificar nuestras almas para nuestro próximo viaje hacia él.
¿Qué necesitamos para devolverle a cambio? Reconocimiento y homenaje, amor y gratitud por las bendiciones de los padres, cónyuge, familia y buenos amigos y nuestros medios de vida.
¿Qué damos en su lugar? Preguntas extravagantes y estúpidas sobre él y la pereza. Demasiado perezoso para leer su libro para conocerlo.
Él es el Señor de los mundos, ya hay otros además de nosotros sirviéndole. Él ya tiene los Ángeles, los Puros que cantan sus alabanzas todo el tiempo y que cumple con sus decretos. Él tiene todo en el universo que canta sus alabanzas. Él tampoco nos necesita para eso. No lo diezmamos si lo adoramos o no.
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Él nos ha preparado una morada especial para nuestra vida eterna al final de este ‘proyecto’ como premio: al iniciar sesión en la edad adulta, tenemos que competir entre nosotros por ese premio final. Nos ha dado las reglas para llevar nuestras vidas a ganar y nos da el libre albedrío para elegir. También ha preparado otra morada para el montón de descarte.
¿Cuándo sabemos si hemos ganado en el momento en que salimos del ‘proyecto’, podría preguntarme? En nuestro lecho de muerte cuando nuestra alma está en nuestras gargantas y el resto de nuestro cuerpo sin vida, una visión de esa morada se mostrará ante nuestros ojos. Si vemos la morada eterna de los descartes (que Dios lo prohíba), en ese momento nos retorceremos sabiendo que no hay vuelta atrás en la realización final de la tragedia de que hemos desperdiciado nuestras vidas terrenales en búsquedas frívolas.
El fin