En la antigua religión egipcia, ¿se construyó un tabernáculo para adorar a los dioses?

Los egipcios no tenían un tabernáculo, pero mantenían una variedad de otros edificios o espacios sagrados. Probablemente uno de los más llamativos de su época hubiera sido los templos de Abu Simbel, con sus 4 enormes estatuas de piedra pintadas en colores brillantes y cuidadas meticulosamente con gran reverencia. Las pirámides son otro recinto sagrado: los faraones eran considerados avatares terrenales del poder divino, o en algunos casos, dioses mismos. Cualquier lugar de entierro para un faraón habría sido un lugar sagrado con castigos muy estrictos para los intrusos.

También había tierras sagradas sin edificios en absoluto: se decía que los desiertos del sur eran el dominio del dios Set, y cualquiera que pasara por cualquier motivo se aseguraba de hacerle ofrendas y oraciones antes del viaje. Aventurarse sin hacerlo sería rogarle una catástrofe. Aun así, Set era tan voluble e impredecible como su dominio del desierto, y una ofrenda no garantizaba un paso seguro.

Los antiguos egipcios tenían una cultura espiritual profundamente arraigada que todavía nos cautiva hoy, muchos miles de años después. Adoraban de muchas maneras y lugares, y la idea de que la adoración se hiciera en solo uno o unos pocos tipos de edificios les habría parecido ajena. Tenían docenas de tipos de tales estructuras, cada una bien adaptada para su propósito. No tenían tabernáculo, pero de hecho tenían muchos espacios con propósitos similares, muchos de los cuales sobreviven hasta nuestros días gracias al trabajo de arqueólogos y académicos.