No del todo, aunque solo responderé desde la perspectiva budista.
Tomaré dos enfoques para explicar la diferencia:
La sabiduría tiene un vínculo con el conocimiento. No es del todo lo mismo, diría que la sabiduría es el conocimiento aplicado y la comprensión de la mecánica detrás de lo conocido. Esto funciona hasta cierto nivel.
La primera forma de explicar es con los suttas.
En los suttas vemos que la meditación se divide en dos partes distintas. Existe la mediación hasta el estado sin forma de ‘nada’. Luego hay dos estados llamados ‘ni percepción ni no percepción’ y ‘cese de percepción y sentimiento’. Saber, comprender es posible para todos los estados hasta el estado de ‘nada’. Esto se debe a que hay un objeto de conciencia presente, en el último caso “no hay nada”. Después de esto, la mente no tiene un objeto claro de conciencia en ‘ni … ni …’, que solo tiene la noción de paz. Después de esto, la mente pierde toda referencia y se mantiene por sí misma, consciente pero no consciente de nada. Como no hay objeto de conciencia, el conocimiento no se aplica. Después, sin embargo, la sabiduría se puede aplicar a este estado y es esta aplicación de la sabiduría la que puede conducir a la liberación. Volveré a esto.
La segunda forma de explicarlo es por analogía.
Suponga que se sienta en un lugar tranquilo y lentamente todo el sonido se detiene. Incluso los sonidos de la naturaleza que quedan se detienen. Todo lo que queda es el silencio. No hay nada más que saber, solo silencio. La sabiduría que surgirá es que no puedes decir “escucho silencio”. Si dices esto, instantáneamente sabes lo tonto que es esto. Este conocimiento instantáneo es sabiduría, lo sabemos no por aprendizaje sino por información directa. Nuestros oídos escuchan sonido, no silencio. El silencio es una experiencia, no algo que podamos escuchar.
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¿Qué es la iluminación, la liberación entonces?
Comenzamos a sentarnos en el lugar tranquilo y de repente un perro comienza a ladrar. El viento sopla fuerte a través de las hojas. Ya no experimentamos silencio. Lo mismo se aplica al ejemplo meditativo. La mente ve cualquier objeto de conciencia como algo que está cambiando, rompiendo la conciencia pura. Y queremos sentarnos y experimentar silencio, queremos experimentar esa conciencia pura. Y con este deseo ignoramos que el silencio siempre está presente. La conciencia siempre está presente. Tratamos de escuchar el silencio, tratamos de experimentar la conciencia como un “objeto”. Debido a que pensamos que el silencio es mejor que el sonido, la conciencia “incondicionada” es mejor que la conciencia de los objetos.
En el momento en que esta comprensión emerge completamente en la mente, ya no hay sabiduría. Lo único que está presente es un gran impulso para salir. Es como agarrar una barra de hierro ardiente. No necesitas sabiduría, comprensión. Experimenta dolor y al instante suelta la barra. Y te aseguras de no volver a tocarlo nunca más. El sonido es doloroso, el silencio es doloroso. La conciencia de los objetos es dolorosa, la conciencia incondicionada es dolorosa. Es decir, en el momento en que lo agarramos. Si no lo agarramos, es exactamente lo que es. Esa ardiente barra de hierro caliente, cuando está tendida en el fuego o en el suelo, no duele. Si usamos una herramienta para recogerlo: sin dolor. En el momento en que lo agarramos con las manos desnudas: ¡dolor!
La iluminación detiene el impulso de agarre. No porque comprendamos la mecánica detrás de la barra ardiente, dejamos de agarrar porque en todos los lugares donde agarramos nos quemamos, experimentamos dolor.