Los humanos son muy complejos. Cada individuo está jodido a su manera, completamente única. Entre la interacción de la crianza y la naturaleza, no puede haber garantías. Basta con mirar la asombrosa variedad de metodologías psicoterapéuticas y medicamentos psiquiátricos.
Ahí está el viejo chiste. “P: ¿Cuántos terapeutas se necesitan para cambiar una bombilla? R: Solo uno, pero tiene que querer cambiar”.
Dicho todo esto, las técnicas del budismo se pueden probar, y en muchas personas tienen efectos positivos. La atención plena se ha incorporado a la terapia dialéctica conductual y a la terapia de aceptación y compromiso, y se ha demostrado que ambos tienen un efecto positivo a nivel estadístico en diversas formas de disfunción mental.
Es un conjunto de herramientas. Si trabajan para una persona, genial. Si no, hay muchas otras herramientas para probar.