La pregunta es absurda, hasta el punto de no tener sentido.
La llamada “muerte de Dios” es un concepto introducido por Friedrich Nietzsche, un destacado filósofo alemán. Por supuesto, Nietzsche no quiso decir que había un Dios real que una vez estuvo vivo pero ahora está muerto; simplemente argumentó que el concepto de Dios hecho por el hombre, especialmente el cristiano, ya no es suficiente ni puede considerarse una fuente válida de moralidad. Sin embargo, Nietzsche se apresura a señalar que la ausencia de la idea de Dios no es nada fácil; sin un sistema objetivo de valores, los humanos se enfrentan a un desafío difícil. Es evidente, por lo tanto, que la canonización, que es una práctica religiosa, no tiene cabida en el concepto de la Muerte de Dios.
Si acaso la pregunta es desde un punto de vista cristiano y se basa en el principio cristiano de que Cristo, Dios mismo, murió en la cruz, entonces la respuesta es nuevamente no. Según la mayoría de las iglesias cristianas, un santo (una persona que es canonizada, es decir) es glorificado y venerado porque ha recibido la gracia divina de Dios. Jesús, siendo Dios, es la fuente de esta gracia, por lo que no puede ser considerado el santificado sino el santificador.