El Talmud no dice que los justos tengan una inclinación al mal más fuerte que los malvados, sino que el Talmud afirma que los eruditos de la Torá (talmidei chachamim) tienen una inclinación al mal mayor que cualquier otra persona (utal’talmidei chachamim yoser mikulam).
Según el Maharal (Rb Loewe de Praga) esto se debe a que la inclinación al mal carece de su propia existencia y es una creación de la no existencia. Posteriormente, la inclinación al mal debe alimentarse de la existencia de otros para sustento a fin de mantener su propia existencia. Los eruditos de la Torá existen más intensamente que otras personas (es decir, tienen vidas internas más intensas y reales que otras personas) porque absorben la emanación de existencia e intensidad que está secretada en la Torá. Por lo tanto, la inclinación al mal puede ganar una mayor existencia engañando a los eruditos de la Torá que engañando a otras personas.
En otras palabras, la inclinación al mal carece de emoción, lo que amenaza su existencia. Al atraer las emociones de los eruditos de la Torá, que tienen vidas internas más intensas, es probable que gane más que al atraer las emociones de las personas que viven vidas desordenadas.