El hombre siempre está predispuesto al bien (eso es lo que él o ella percibe como bueno, ya sea comodidad personal, el bienestar de sus parientes inmediatos o el bien mayor de una comunidad). Como tal, él / ella siempre actuará en consecuencia hacia el bien y evitará el mal. Por lo tanto, cometer algo malo presupondría un defecto en la consistencia para defender el bien. Hay muchas razones posibles por las que podría suceder. Uno puede ser incapaz de discernir perfectamente el bien dadas las restricciones de las circunstancias. Nadie no siempre puede tener en cuenta todos los factores para hacer el mejor curso de acción para maximizar la “bondad”. Siempre estará restringido por el tiempo, los recursos y su propia percepción limitada, por lo que actuará de acuerdo con lo que está disponible para usted. Otras veces, algunas nociones de bien se pasan por alto en la búsqueda de un bien percibido mayor o más urgente. Esto es especialmente frecuente en tiempos de gran conflicto y necesidad.
En resumen, el mal se convierte en una necesidad cuando no hay otra alternativa mejor disponible, ya sea por nuestra capacidad limitada para discernir el mejor curso de acción o cuando las circunstancias nos obligan a tomar medidas que son contrarias al bien que generalmente defendemos .