Observe que todos estos símiles terminan en atributos de elogio: fuertes, sabios, etc. Desde una perspectiva personal, a menudo nos atribuimos el éxito a nosotros mismos. Nos adelantamos porque somos inteligentes, trabajadores y estamos fuertemente desarrollados. El éxito se debe a nuestros atributos positivos y voluntad personal que nos hicieron fuertes. Cuando miramos a otros con menos fortuna, asumimos que carecen de tales cualidades.
Pero mirando las situaciones desde una perspectiva intemporal de un tercero o del “ojo de dios”, uno podría decir fácilmente que las circunstancias fueron el factor principal. Los exitosos tuvieron buenos padres, buenos genes, buena nutrición, buenos maestros, buenas oportunidades, buena suerte, todo lo cual determinó y condicionó la mente, las actitudes y el cuerpo para el éxito que ahora está reclamando el individuo.
Desde esta perspectiva más amplia, el tiempo y la oportunidad, están determinando el éxito individual. Uno notará que en este caso los exitosos deben tener en cuenta tener menos orgullo y menos desprecio por los desafortunados. Esta interpretación es un mensaje sobre humildad, compasión y aprecio. Desde la perspectiva de las leyes modernas de la física, esta interpretación podría ser completamente cierta.