1) Tratarlos con respeto
Esta es una recomendación doble:
A) No los trate con falta de respeto, es decir, controle su propio carácter y comportamiento de manera que no sea un obstáculo para los hombres a su alrededor que son seres humanos débiles. Esto significa especialmente para las mujeres: no se vistan ni se comporten de tal manera que los hombres que no son su marido sean tentados sexualmente. Para hombres y mujeres: no presumas de tus logros mundanos, posesiones o estatus, de modo que los hombres que te rodean sean tentados por su propio orgullo y ego para enfocarse en los logros mundanos. En cambio, dirija sus atenciones hacia Cristo con su propio discurso, comportamiento y vestimenta, con todo lo que haga.
B) Cultive el respeto por las virtudes cristianas en su propia mente y reconozca eso en los hombres que lo rodean. Si ve a un hombre comportarse de la manera en que Cristo se comportó, no habría mayor cumplido que decirle a ese hombre que respeta su sacrificio, servicio, amor, gentileza, compasión, ternura, paz, paciencia, etc. Conozca los frutos de el espíritu y cultívalos en tu propia vida para que puedas reconocerlos y alabarlos en los demás. De esta manera no estás acariciando el ego del hombre sino alabando el espíritu de Dios dentro de él.
2) Deja la crítica
Tú no eres el Espíritu Santo. No es su trabajo castigar y reformar a los hombres que lo rodean a menos que esté en una posición directa de liderazgo espiritual por encima de ellos, e incluso entonces debe hacerse con gran gentileza, oración y cuidado. Si percibe una debilidad o un defecto en los seres humanos que lo rodean y que buscan ser más como Cristo, ore al Señor por su defecto, ore al Señor para que elimine el bloque de madera en su propio ojo antes de ir a la alfombra -bombando a los hombres a tu alrededor con críticas.
3) Aceptar liderazgo masculino
Esto va tanto para hombres como para mujeres. Si alguien está en una posición de autoridad sobre usted (especialmente el liderazgo cristiano formal, como los pastores), bríndele el respeto que merece su posición. Obedecerlos y apoyarlos, darles el beneficio de la duda y no causar conflictos. Apóyelos en oración, no chismes sobre ellos. Hombres y mujeres: no compitan por el puesto con los otros cristianos a su alrededor, someterse el uno al otro. No sienta la necesidad de eclipsar o menospreciar a los hombres en posiciones de liderazgo. Mujeres: Tenga esto en cuenta con respecto a su esposo (si tiene uno): si desea que sea un líder cristiano, acepte y apoye su liderazgo.
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