Desde un punto de vista religioso, hay razones para orar incluso cuando no tenemos ganas.
a) Si incluso nuestros presidentes merecen un día al año para ser apartados en su honor, entonces Dios Todopoderoso merece ser honrado con mucha más frecuencia, todos los días, de hecho, tengamos ganas de hacerlo o no. Una deidad no necesita exigir o requerir oración para * merecerla *.
b) Cuando un creyente reza, y se da cuenta de que no lo dice en serio, esta es una ocasión para la búsqueda del alma que cualquier deidad que valga la pena aprobaría.
c) Dios no hace que sus seguidores salten como perros por golosinas. Su bondad amorosa siempre está lista para entrar en nuestros corazones. Oramos a Dios, no para influir en Dios, sino para ser influenciado por Dios. Orar por un hábito firme, en lugar de orar solo cuando uno se siente en un estado de ánimo espiritual, hace que nuestra propia receptividad a lo divino sea más probable.
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No creo en Dios y no rezo, pero estoy bastante seguro de que estas son tres de las razones por las que un creyente puede rezar incluso si no tiene ganas. Otros, ya veo, ya han mencionado otras razones.