La teoría Jain del Karma ha sido cuestionada desde un principio por las ramas Vedanta y Sāṃkhya de la filosofía hindú. En particular, los hindúes Vedanta consideraban la posición Jain sobre la supremacía y la potencia del karma, específicamente su insistencia en la no intervención de cualquier Ser Supremo con respecto al destino de las almas, como nāstika o atea.
Adi Sankara, argumenta que las acciones kármicas originales por sí mismas no pueden producir los resultados adecuados en algún momento futuro; tampoco pueden las cualidades súper sensuales, no inteligentes, como la adrsta —una fuerza invisible que es el vínculo metafísico entre el trabajo y su resultado— median por sí mismas el placer y el dolor apropiados y justamente merecidos. Los frutos, según él, deben administrarse a través de la acción de un agente consciente, es decir, un ser supremo (Ishvara)