Yo también era católico de 12 años, así que siento que tengo una opinión razonable en esto.
La solución al problema es simple. Haga lo que hacen todos los niños pequeños:
¡HACER PREGUNTAS!
Creer en algo tan importante como un Dios es un gran problema y no es una creencia que deba tomarse a medias. Entonces, si crees en ello, debes asegurarte de que sea cierto.
- ¿Cuál es la diferencia entre autoengaño, mala fe y falta de autenticidad?
- ¿Cuál es la fe bahá’í para ti?
- ¿Cómo hacen frente los cristianos a cientos de falacias lógicas e inexactitudes que se muestran en la Biblia?
- ¿Qué debo hacer si tengo poca fe como musulmán?
- El momento más alto de duda es a menudo el momento más claro de la fe. En una tormenta que vuela, si comienzas a orar, ¿es eso una expresión de duda o fe?
Así que adelante, haz algunas preguntas.
Aquí hay algunas de las preguntas que mi yo de 12 años a menudo pensaba pero que rara vez hacía:
- ¿Son reales Adán y Eva?
- Si Dios puede escuchar mis pensamientos, ¿por qué tengo que cantar todas estas oraciones? Es tan aburrido que prefiero comunicarme con él a través de mis pensamientos.
- Dios no parece estar respondiendo a mis pensamientos. Todo lo que quiero es que mamá vuelva a casa pronto (solía ir a trabajar desde la mañana y volver por la noche). ¿Puede Dios escuchar los pensamientos de todos?
- ¿Quizás está ocupado con los pensamientos de todos los demás?
- ¿Pero no se supone que él es todo poderoso?
Me encantaría escuchar tus preguntas, estoy seguro de que tienes muchas.
Haga a sus padres, sacerdotes o cualquiera de sus maestros de catecismo (suponiendo que asista a la escuela dominical, también conocido como catecismo) estas preguntas, vea si obtiene sus respuestas.
Es probable que la mayoría de las respuestas que recibas requieran que confíes en la fe.
Si considera que estas respuestas son satisfactorias, entonces estará tranquilo. (Pastilla azul)
Si estas respuestas le faltan, contácteme. (Pastilla roja)
“Te puedo mostrar cuán profundo es el agujero del conejo” – Morfeo de la trilogía de la matriz