Técnicamente, no requiere nada; e incluso Satanás cree en su existencia. Más bien, nos dice que seremos juzgados por nuestras malas decisiones morales, y que la sentencia por tal ofensa es la separación eterna de Él, porque Él es justo. Además nos dice que Jesús tomó libremente ese castigo y pagó esa deuda para que pudiéramos ser considerados justos, salvos del juicio y el castigo correspondiente, porque Él es misericordioso. Él nos promete que si lo reconocemos como Señor de nuestras vidas y pedimos que el pago de Jesús se aplique a nuestra propia deuda por el pecado, nos verá como justos y, en cambio, pasaremos la eternidad con Él.
Obviamente, confiar en las afirmaciones y promesas de un ser que no crees que exista no tiene sentido. Por lo tanto, creer es simplemente el primer paso para conocerlo y finalmente confiar en Él y en sus promesas. La creencia puede ser un prerrequisito para la salvación, pero Él de ninguna manera requiere u obliga a hacerlo.