Es fundamental para el misterio de la Trinidad que Dios es uno y, sin embargo, se le entiende como el padre, el hijo y el Espíritu. Para cualquier denominación de cristianismo que no rechace el misterio de la Trinidad, el tipo de preocupación con respecto a la hipocresía que describe es simplemente una falta de comprensión madura.
Pero requiere una comprensión madura. Mi propia tradición, los unitarios, se separó de la iglesia congregacionalista sobre esta cuestión, en lo que sería una guerra de blogs hoy. Nuestros ministros consideraron que hacer que los niños pequeños reciten el Credo de Nicea, con su referencia a “padre, hijo y Espíritu Santo”, dejaría una gran huella en una mente joven de ideas concretas de ideas materiales o infantiles. No queríamos que se llevaran modelos de Dios a la edad adulta de “papá, niño y el chico de las sábanas blancas”.
Por negarse a perforar el catecismo de memoria con nuestros hijos, otras congregaciones nos acusaron de no ser creyentes, volcando el argumento y arrastrándonos como “unitarios” frente a congregacionalistas trinitarios. Nos encogimos de hombros y seguimos adelante. Al declarar que el dogma era menos importante que lo que se sabía entre el creyente y Dios, ¿cómo podríamos con Gracia discutir con tal ignorancia?
Los unitarios continuaron produciendo el movimiento trascendentalista estadounidense, uno de los grandes regalos de los Estados Unidos para la cultura mundial, y una herramienta específica, en mi opinión, contra el pensamiento hipócrita en un mundo donde debemos aprender a vivir en paz con todos nuestros vecinos.
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A menudo se pierde, al volver a contar el proverbio de El buen samaritano, que Jesús admite a este hombre de coraje y buen corazón, buenas obras y buena voluntad, al Reino, sin ningún conocimiento de la Palabra, como un adherente de otro fe.
La mayor parte de la hipocresía en el cristianismo es producto de una comprensión inmadura y un sesgo cognitivo, como en cualquier esfera de la experiencia humana. Los más contundentes al negar a sus seguidores el acceso al pensamiento crítico en política, noticias, ciencia, historia o religión, cualquier cosa, son aquellos cuya autoridad fluye menos de la verdad y más de la fuerza, menos de Dios y más de la hipocresía.