Sí, pero no intencionalmente.
Mi abuela ha sido irreligiosa desde sus veintes. Su madre desarrolló cáncer de seno y murió de una muerte horrible antes de cumplir cincuenta años, y mientras mi abuela lloraba, su pastor dijo algo en el sentido de que “Dios tiene un plan para todos y es lo mejor, incluso si no nos damos cuenta”. “Creo que debió haberlo dicho como un pablum que había escuchado y dicho cientos de veces antes, pero mi abuela escuchó el verdadero significado detrás de esto:” Dios mató a mi madre. Mató a la abuela de mis hijas antes de que pudieran conocerla.
En ese momento, mi abuela dejó de ser luterana. Ella comenzó a leer la Biblia nuevamente, esta vez con un ojo crítico, y encontró algunos de los pasajes más objetables (como exigir el genocidio de los Amelekitas). Entonces ella dejó de ser cristiana.
Ella todavía creía en Dios porque no veía cómo la vida podría tener sentido si no hubiera Dios para darle significado al universo.
- La civilización occidental no tiene religión. ¿Puedo decir que es una civilización atea?
- Todos estamos familiarizados con el argumento cansado del ateísmo frente al cristianismo, pero ¿dónde se encuentran la mayoría de los ateos con respecto a las religiones de África occidental como el vudú y la santería?
- ¿Cuáles son las creencias centrales e incontables de un ateo?
- Desde un punto de vista bíblico, ¿de quién es la culpa de que sea ateo?
- ¿Era Jesús inmoral por no ser vegano?
Luego llegué a la escuela secundaria y a la universidad y pasé de ser cristiano liberal a cristiano heterodoxo a deísta a ateo. Y me quedé casi igual. Tenía depresión, al igual que ella, pero la desarrollé antes de desconvertirme y no empeoró debido a mi pérdida de fe. Tuve un sentido de propósito aún más fuerte después de desconvertirme porque comencé a hacer investigación de biología evolutiva con mi asesor académico. Y mi sentido de asombro en el universo fue, en todo caso, mejorado por mi creciente conocimiento científico.
Y la abuela dejó de tener miedo de su propio ateísmo. Reconoció que no tenía que aferrarse a los restos de su fe triturada para ser feliz. Ella lo soltó, y nada cambió realmente.
Ahora es otra atea feliz, pero la misma hermana, esposa, madre y abuela amorosas que siempre ha sido.