Yo soy un católico. Para un católico, un pastor es un sacerdote que ha sido designado por su obispo para dirigir una parroquia en particular por un período de seis años. Como pastor gana muy poco dinero en la Iglesia Católica, me doy cuenta de que no se puede hablar de ellos.
Sé que algunos protestantes llaman pastores a sus ministros, y hay, de hecho, algunos hombres buenos y sinceros que han asumido esa vocación en un verdadero deseo de agradar a Dios y servir a sus semejantes. Aunque a estos hombres se les paga más que a los sacerdotes católicos, de nuevo, en realidad ganan muy poco.
Lo que deja a los hombres que asumen el título y “predican” una versión del Evangelio de salud y riqueza para que la gente les envíe dinero. Como la salud de la riqueza “Evangelio” no tiene exactamente nada en común con el Evangelio de Nuestro Bendito Señor y Salvador, solo puedo asumir que estos hombres, a pesar de lo que dicen, están siguiendo al otro hombre, no a Dios. Pueden llamarlo “el amor de Dios”, pero sus acciones contradicen sus palabras. Y aquí está el pateador, que la mayoría de los protestantes no parecen entender:
Seremos juzgados NO por lo que decimos (como la oración del pecador, o aceptar a Jesús en su corazón, etc.) SINO por LO QUE HACEMOS. Lea el final del capítulo 25 del Evangelio de San Mateo, donde Nuestro Bendito Señor en realidad nos dice la respuesta al examen final sobre cómo vamos a llegar al cielo.
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En ninguna parte menciona que dice algo. ¡Y note que las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda son AMBOS cristianos! Y el hecho de que son cristianos y creían en Él no significaba nada. Si quieres pruebas, mira a Satanás, Satanás cree en Dios MUCHO más que tú o yo, pero ¿lo salva? Por supuesto no.
Lea también la Carta de Santiago, donde Santiago corrige una lectura errónea de San Pablo de “solo la fe” diciéndonos, nuevamente, que seremos juzgados por nuestras obras, NO por nuestra fe.
Mire a los hombres que están haciendo dinero predicando el “evangelio”. ¿Cómo se comparan sus vidas con Mateo 25? ¿Cómo se comparan con la carta de Santiago? Ahí tienes tu respuesta.