Los judíos, como parte de la diáspora judía, emigraron a Roma y Europa romana desde la Tierra de Israel, Asia Menor, Babilonia y Alejandría en respuesta a las dificultades económicas y la guerra incesante sobre la tierra de Israel entre los imperios ptolemaico y seléucida. En Roma, las comunidades judías gozaron de privilegios y prosperaron económicamente, convirtiéndose en una parte importante de la población del Imperio (quizás tanto como el diez por ciento).
El general romano Pompeyo en su campaña oriental estableció la provincia romana de Siria en el 64 a. C. y conquistó Jerusalén en el 63 a. C. Julio César conquistó Alejandría c.47 a. C. y derrotó a Pompeyo en el 45 a. C. Bajo Julio César, el judaísmo fue oficialmente reconocido como una religión legal, una política seguida por el primer emperador romano, Augusto. Herodes el Grande fue designado “Rey de los judíos” por el Senado romano en c. 40 a. C., la provincia romana de Egipto se estableció en 30 a. C., y Judea propiamente dicha, Samaria e Idumea (Edom bíblico) se convirtieron a la provincia romana de Judea en el año 6 d. C. Las tensiones judeo-romanas resultaron en varias guerras judeo-romanas, 66-135 dC, que resultaron en la destrucción de Jerusalén y el Segundo Templo y la institución del Impuesto Judío en 70 y el intento de Adriano de crear una nueva colonia romana llamada Aelia Capitolina c. 130
Alrededor de este tiempo, el cristianismo se desarrolló a partir del judaísmo del segundo templo. En 313, Constantino y Licinio emitieron el Edicto de Milán dando reconocimiento oficial al cristianismo como religión legal. Constantino el Grande trasladó la capital romana de Roma a Constantinopla (‘Nueva Roma’) c. 330, a veces considerado el comienzo del Imperio Bizantino, y con el Edicto de Tesalónica en 380, el cristianismo se convirtió en la iglesia estatal del Imperio Romano. Los emperadores cristianos persiguieron a sus súbditos judíos y restringieron sus derechos.
Historia de los judíos en el imperio romano – Wikipedia