“Soy la vid verdadera, y mi padre es el labrador. Él quita toda rama en mí que no lleva fruto; y cada rama que lleva fruto, la purga, para que produzca más fruto. Ahora estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permanece en mí y yo en ti. Como la rama no puede dar fruto de sí misma, excepto que permanezca en la vid; ya no podéis, salvo que moren en mí. Yo soy la vid, vosotros sois las ramas: el que permanece en mí y yo en él, lo mismo produce mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada. Si un hombre no permanece en mí, es arrojado como una rama y se marchita; y los hombres los recogen, los arrojan al fuego y se queman. Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, preguntarán lo que quieran, y se les hará. Aquí está glorificado mi Padre, para que den mucho fruto; Así seréis mis discípulos. Como el Padre me ha amado, yo también te he amado: continúa en mi amor. Si guardas mis mandamientos, permanecerás en mi amor; así como he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Te he dicho estas cosas para que mi alegría permanezca en ti y tu alegría sea plena. Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado a ustedes. Nadie tiene mayor amor que este, que un hombre dé su vida por sus amigos. Sois mis amigos, si hacéis lo que os ordeno. De ahora en adelante no los llamo sirvientes; porque el siervo no sabe lo que hace su señor, pero los he llamado amigos; Por todo lo que he oído de mi Padre, te lo he dado a conocer. No me elegiste a mí, pero yo te elegí a ti, y te ordené, que fueras y trajeras fruto, y que tu fruto permanezca: para que todo lo que le pidas al Padre en mi nombre, él te lo dé. Estas cosas les mando que se amen unos a otros. Si el mundo te odia, sabes que me odiaba antes de odiarte. Si fueras del mundo, el mundo amaría lo suyo: pero como no eres del mundo, sino que te he elegido del mundo, por lo tanto, el mundo te odia. Recuerda la palabra que te dije: El siervo no es mayor que su señor. Si me han perseguido, también te perseguirán a ti; si han guardado mi dicho, guardarán el tuyo también. Pero todas estas cosas te harán por amor de mi nombre, porque no conocen al que me envió. Si no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen capa para su pecado. El que me odia, odia también a mi Padre. Si no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro hombre hizo, no habrían pecado; pero ahora, ¿me han visto y odiado tanto a mí como a mi Padre? Pero esto sucede para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley. Me odiaron sin causa. Pero cuando venga el Consolador, a quien te enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, que procede del Padre, él testificará de mí: Y también daréis testimonio, porque habéis estado conmigo del comenzando.”
Juan 15: 1-27 RV