La pregunta es: ¿Debería Jesús volver (por supuesto, en un cuerpo nuevo), cómo lo reconocerías y cómo lo “perseguirías”?
Si volviera a venir (en un cuerpo nuevo) tendríamos que buscarlo. Por un lado, ‘todos los ojos lo verán’. Por otro lado, como está registrado en la Biblia, Él vendrá “como un ladrón en la noche”. Entonces, en cierto sentido, estaría ‘escondiéndose a plena vista’.
En primer lugar, su vida personal sería ejemplar. Y ante la persecución, Él manifestaría “la paciencia de Job”.
En segundo lugar, tendría un cuerpo de enseñanzas, o de escritos, que sería incomparable. Traería nuevas enseñanzas que, en un sentido espiritual y sociológico, constituirían ‘la nueva Jerusalén’, y que formarían el fundamento de la gran paz que ha sido profetizada en la Biblia. Algunas de sus enseñanzas serían necesariamente diferentes de lo que leemos en el Nuevo Testamento, porque a lo largo de 2000 años la humanidad ha cambiado y evolucionado, intelectualmente si no espiritualmente. Sus enseñanzas estarían en conformidad con la ciencia moderna, y serían completamente modernas.
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En tercer lugar, Él comenzaría una nueva religión (no se puede poner ‘vino nuevo en botellas viejas’). Cuando consideras que el mundo romano tardó unos 300 años en reconocerlo por primera vez, no está fuera de los límites de la posibilidad de que esta nueva religión, aunque crecería de manera constante, se mantuviera durante mucho tiempo en números relativamente pequeños. Pero no sería oscuro y desconocido; como su Fundador, estaría “escondido a plena vista”.
¿Qué buscarías si lo estuvieras buscando? Si no vivieras en los días en que estaba vivo, buscarías una religión relativamente nueva que se había extendido por todo el mundo, aunque su número sería pequeño. Porque, cuando Cristo regrese, su mensaje debe ser necesariamente para toda la humanidad, buscaría una religión que haya existido en prácticamente todos los países del mundo, y cuyos seguidores provengan de prácticamente todos los orígenes religiosos del mundo. Esta religión, hasta que sea universalmente aceptada, probablemente experimentaría una severa persecución en algunos lugares del mundo. Los seguidores de esta religión, como grupo, ejemplificarían la mansedumbre (“los mansos heredarán la tierra”). Ellos mismos estarían unidos; no lucharían, no crearían facciones entre ellos o divisiones en la sociedad; en cambio, trabajarían por la unidad, la armonía y el progreso.