Hoy en día, la honestidad está penalizada. ¿Debo dejar la honestidad? ¿Por qué la verdad siempre se subestima?

No creo que debas pensar en la honestidad como una elección binaria. La información es un recurso, al igual que la comida o el aire. Las personas necesitan información para vivir. Decir que eres honesto es decir que estás proporcionando lo que crees que es información de buena calidad para las personas. Ahora, ¿le darías recursos de buena calidad a cada persona en el planeta? ¿Le darías a una persona malvada los medios para continuar su maldad? Presumiblemente no. Entonces, por la misma razón por la que no le darías una pistola a un asesino, no deberías darle información de la que puedan abusar. Del mismo modo, no le darías medicamentos falsos a alguien que los necesita, incluso si los medicamentos falsos saben mejor. Del mismo modo, no debe proporcionar información agradable pero incorrecta a alguien si la información precisa es mejor para ellos.

Para responder a su segunda pregunta, las personas son personas. Al igual que la mayoría de las personas comen malas dietas porque sabe mejor, las personas consumen (y dan) mala información porque se siente mejor. Si sabe cómo hacer que un adulto coma algo que es bueno para ellos, incluso si no les gusta, debería poder decirles la verdad, incluso si es desagradable. A largo plazo, nadie se beneficia de los hábitos no saludables, físicos o mentales. No puede hacer que todos coman de manera saludable, pero puede controlar con quién interactúa y qué comportamientos refuerza entre ellos. Sea un defensor de una dieta mental saludable. Se honesto.

Lo honesto es que, incluso si significa una condena inmediata o cualquier tipo de penalización, tendrá razón en sus propios ojos y su conciencia estará en paz, incluso si otros lo ridiculizan o lo empañan por ser tan abierto sobre sus defectos. Vivimos en una era de plásticos donde el botox es la norma y las arrugas se ven como desviaciones y se necesita un inmenso coraje para ser abierto sobre el verdadero estado de cosas. Lo que finalmente importa no es lo que otros perciben de tu opinión sobre la verdad, sino lo que tú mismo piensas al respecto. Dicho esto, la verdad se subestima porque tememos por tener algo de lo que los humanos carecemos de un inmenso poder para afectar estructuras, procesos y relaciones interpersonales.