En cualquier edición a la que estuve expuesto por primera vez en la universidad, la traducción del verso de apertura me ha quedado grabado (editado en la forma en que su médula está incrustada en mi memoria):
“En el campo de la verdad, en el campo de batalla de la vida, ¿qué pasó …?”
En cada momento importante de mi vida desde entonces, me he esforzado por recordar esas palabras para recordarme que el comportamiento instintivo (no examinado) debería, si es posible, examinarse en términos de sus ramificaciones continuas, porque creo en una sola vida, y “qué sucede “podría muy bien afectar la totalidad de mi vida en el futuro (en mis casos: si casarme o no con cierta mujer; si reubicarme o no en una ciudad a la que nunca había asistido debido a las oportunidades que creo que ofrecen , y si dejar de lado una carrera lucrativa para intentar cumplir el sueño de mi vida de escribir novelas, y, durante los primeros años, intentar es la palabra correcta).
(Y, para que conste, no siempre he sido correcto).
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