Ella ciertamente no era una alhelí. Durante una controvertida batalla en la historia musulmana, ella emergió montando un camello para dirigir a las tropas. Ella era conocida por su temperamento asertivo y sentido del humor travieso, con Muhammad a veces cargando con la peor parte de los chistes. Durante su vida, estableció su autoridad al decirle a los musulmanes que la consultaran en su ausencia; Después de su muerte, ella se convirtió en una de las académicas más prolíficas y distinguidas de su tiempo. Ella es conocida como “ummatul muslimeen”, la madre de los creyentes.
Aisha, estadista, estudiosa, muftí y jueza, combinó espiritualidad, activismo y conocimiento y sigue siendo un modelo a seguir para muchas mujeres musulmanas en la actualidad. El abismo entre su verdadero legado y su representación en materiales islamófobos no es meramente históricamente inexacto, es un insulto a la memoria de una mujer pionera.