Los refugiados deben tener un refugio seguro lo más cerca posible de donde estén. Si un país vecino es lo suficientemente seguro para los campos de refugiados, estos deberían construirse allí. La financiación debe ser apoyada por los países ricos.
Si un refugiado se encuentra en un refugio tan seguro y quiere seguir adelante, se convierte en un migrante como otros que abandonan su hogar sin una amenaza grave para sus vidas.
Los migrantes deben cumplir con la ley e informarse sobre las opciones legales para emigrar a otros países. Cada país debe tener el derecho de establecer sus propias reglas para la migración.
Dichas reglas podrían incluir el reasentamiento de refugiados en caso de que la crisis sea muy larga. En tal reasentamiento, los refugiados en los campamentos serían seleccionados para ser trasladados legalmente a un país anfitrión dispuesto.
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Esta distinción de refugiados y migrantes es primordial para proteger los intereses de los verdaderos refugiados.
Uno podría desear un mundo sin fronteras, donde todos puedan moverse libremente. Pero hoy, estamos lejos de un mundo así. El mundo de hoy está organizado en estados nacionales soberanos, a quienes se les permite elegir el tipo de migración que desean permitir.