No hay contradicción entre el Islam y las libertades inherentes a la democracia.
“El islam y la democracia no solo son compatibles, su asociación es inevitable. En una sociedad musulmana, uno sin el otro no es perfecto”.
Para ser un verdadero creyente, uno debe ser libre.
La creencia atestiguada bajo amenaza o coerción no es una creencia verdadera.
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Las creencias y la voluntad de la mayoría deben dar forma al estado islámico ideal.
Una democracia islámica no puede ser impuesta desde arriba; solo es legítimo si ha sido elegido por la mayoría
Nuestra comprensión de la religión está evolucionando.
Los textos sagrados no cambian, pero la interpretación de ellos siempre cambia porque la comprensión está influenciada por la edad y las condiciones cambiantes en que viven los creyentes.
Entonces, ninguna interpretación es absoluta o fija para todos los tiempos y lugares. Además, todos tienen derecho a su propia comprensión, incluido nuestro intérprete no musulmán Jan Allen
Ningún grupo de personas, incluido el clero, tiene el derecho exclusivo de interpretar o reinterpretar los principios de la fe.
Algunas comprensiones pueden ser más aprendidas que otras, pero ninguna versión es automáticamente más autorizada que otra.
El Islam también es una religión que todavía puede crecer. No debe usarse como una ideología moderna.
Los musulmanes creen en la shari`a, o ley islámica, como base para la legislación moderna. Y shari`a también puede crecer.
“Shari`a es algo expandible. No puedes imaginar el alcance de su flexibilidad”, “en una democracia islámica, puedes actualizar todas sus flexibilidades potenciales”.
El árabe, el idioma del Islam, no tiene una traducción literal para esta palabra.
Pero la palabra árabe del siglo XIX, elmaniyya, que significa “aquello que es racional o científico”, se acerca.
En este contexto, el secularismo no como enemigo o rival de la religión, sino como su complemento: “Significa mirar las cosas científicamente y comportarse científicamente, lo que no tiene nada que ver con la hostilidad hacia la religión. El secularismo no es más que eso”.
El modernismo representó un intento exitoso de desafiar la “dictadura de la religión” al aumentar el énfasis puesto en la razón sin ayuda en la conducción de los asuntos humanos.
La tensión entre la razón y la religión desde el siglo XVI ha sido “bienvenida y beneficiosa para ambos” y ha abierto el camino para una eventual reconciliación posmoderna entre los dos.