Peores partes
- Herir a mis padres y romperles el corazón al ser tan diferentes.
- Herir a mis padres y decepcionarlos al rechazar su religión.
- Herir a mis padres y hacer que sus sueños no se hagan realidad al ser poco probable que transmitan el judaísmo como quisieran.
- Aceptar que no había Dios para ayudarme y que no había milagros para salvarme a mí ni a las personas que me importaban. Alguien a quien amo tiene cáncer. No puedo rezar por ellos, porque no hay dios que me escuche. Otra persona está haciendo una prueba peligrosa del ejército hoy. No puedo rezar por él aunque estoy tan nervioso por su seguridad.
- Aceptando que no había vida después de la muerte. Cuando perdí a alguien, fue para siempre. Da miedo saber que nunca los volveré a ver, y no tengo esperanzas de una reunión en el Mundo de la Verdad.
- Sentirse solo en la comunidad y ya no es parte de ella. Ya no me siento parte del mundo judío ortodoxo, y me siento un poco huérfano. Como si mi mundo infantil se hubiera ido.
- Ser intimidado por otros. Mucho. Constantemente siendo insultado y malentendido. Incluso hoy, algunos de mis parientes fingen que ya no existo.
- Perder mi pauta. Como judío ortodoxo, conocía el plan de mi vida. Salir significaba tener que tomar muchas decisiones, muchas de las cuales me exigían que no supiera la respuesta correcta y que me sintiera muy confundido por la vida. Citas es extremadamente difícil en el mundo secular.
- Sentir que había algo mal conmigo y que tal vez yo era el problema y no la religión.
- Un sentimiento de pérdida por lo que podría ser el judaísmo. Miro a mi compañero de aprendizaje y veo cuánto le da el judaísmo a su vida. Tenía que aceptar que la alegría no estaba en mi futuro.
Mejores partes
- Encontrar a donde pertenezco. Me di cuenta de que esta comunidad no funcionaba para mí y encontré una comunidad que sí compartía mis valores y creencias. Los derechos LGBT pueden importarme. Puedo ser proabortista. Y todavía puedo ser parte de mi nueva comunidad.
- Verdad. Finalmente sentí que sabía la verdad y podría consolarme con eso. No importa cuán amarga fuera la verdad, era hermosa por su verdad.
- Autoexpresión Puedo estudiar y preguntarme constantemente qué creo y dejar que mis creencias evolucionen conmigo. “Porque Dios lo dice” ya no es el final de la discusión.
- Auténtica vida. Sin religión, tengo la capacidad de creer, comer y beber, vestirme y vivir mi vida auténticamente. No tengo que conformar mi vida contra mi voluntad. Lo que sea que haga ahora, es mi elección y mi libre expresión.
- Inspirando a otros que están atrapados para irse.