En el cielo, ¿son tus amigos versiones ideales de sí mismos?

Yo diría que nadie puede decirle la respuesta definitiva. Pero puedo darte algo en qué pensar, al menos.

Imagine una situación en la que está realmente enojado con alguien, porque le hizo algo terrible. Luego imagina que alguien más, una persona diferente, alguien a quien amas y respetas profundamente, te describió todo lo que le había sucedido a esa primera persona para llevarlos al lugar donde estaban cuando te perjudicaron.

De repente, el odio pierde algo de su poder dentro de ti. No quita el hecho de que hicieron lo que hicieron, pero sí muestra que la persona no era 100% mala.

Luego imagina que te encuentras con esta persona “no tan mala” otra vez, y habla con ellos, y descubres que, de hecho, son solo un ser humano que se equivocó. Describen lo que sucedió para hacer que te lastimen, y también describieron lo que les sucedió anteriormente. Y se disculpan y te piden que los perdones. Para descartar la ira y el dolor. Solo dejar que se marchite y muera, y que ya no exista. Una vez más, te sientes un poco más indulgente con lo que sucedió.

Puedes extrapolar esto a toda la humanidad. Una gran cantidad de las cosas malas que tenemos es porque nos equivocamos y no perdonamos. Nos juzgamos mutuamente, sin todos los hechos. Y nos lastimamos mutuamente, porque creemos que eso hace que el dolor desaparezca de nuestro interior.

En el ejemplo anterior, cuando de repente te das cuenta de los antecedentes y el por qué, y ambos son capaces de perdonar, estás un paso más cerca de cómo es el cielo.

Las personas que pueden seguir haciendo eso en la vida real comienzan a descubrir el verdadero cielo por sí mismas.