¿Cuál es la contribución más fuerte de Luke Timothy Johnson en el Jesús histórico?

Sabemos muy poco sobre los inicios reales del cristianismo, y la mayoría de las discusiones sobre su historia temprana se basan en muy poca evidencia y en grandes cantidades de narraciones mitológicas. Tal es también el caso del judaísmo, el islam o el budismo, por mencionar algunos ejemplos. Cada religión afirma que su mitología es historia, y diariamente nos enfrentamos a muchas afirmaciones contradictorias, con cero evidencias, de miles de tradiciones religiosas.

La imaginación religiosa, guiada por los deseos y deseos, triunfa sobre la realidad, como lo demuestra su negación de la muerte. El objetivo es la victoria sobre la naturaleza y sobre nuestras propias limitaciones naturales, y las narraciones milagrosas nos recuerdan que las limitaciones de la naturaleza podrían ser superadas por el poder de los espíritus. Tales narraciones nos aseguran que incluso si el universo no es totalmente benigno, las fuerzas benevolentes están activas de nuestro lado e intervendrán en nuestro nombre, si solo mantenemos su lado bueno.

Las narraciones religiosas son una ventana al acuífero permanente de los sueños y aspiraciones humanos. Las tradiciones se desarrollan rápidamente, al igual que las identidades grupales. Las narrativas se convierten fácilmente en marcadores de identidad y símbolos políticos, y luego reflejan luchas sobre el poder real, la autoridad y la legitimidad. Se registra un número limitado de temas y categorías repetidos en el tiempo y el espacio, en la historia y las culturas. Tales narraciones, imposibles e improbables, constituyen una prueba de que aquellos que hablan por el mundo de los espíritus están en contacto directo con él, y que los grandes espíritus intervienen en la realidad mundana para recompensar a los de fe y devoción. Las narraciones típicas de milagros son parte de la gran trama, una textura de compensaciones y consuelos que conducen a la promesa de un futuro triunfo. Los historiadores deben investigar con la ayuda de documentos auténticos y hallazgos arqueológicos, cuya representatividad y significado pueden discutirse y debatirse. En su ausencia, los historiadores no tienen nada que decir. Algunos historiadores no permitirán que la ausencia de evidencia les impida hacer afirmaciones, y algunos están comprometidos con especulaciones y fantasías que simplemente siguen la mitología religiosa.