Los humanos estamos irremediablemente atrapados: en el tiempo, en la causa y el efecto y en el espacio lineal cartesiano tridimensional. Experimentamos el mundo secuencialmente: ayer, luego hoy, luego mañana. Entendemos cada fenómeno como el resultado inevitable de causas anteriores (esto es lo que es la ciencia). Medimos cada objeto, desde los quarks hasta el universo entero, en metros a lo largo de tres ejes ortogonales. La forma en que estamos hechos nos hace experimentar las cosas de esta manera y ver el mundo como lo hacemos.
Pero la realidad no es para nada como pensamos. La física moderna respalda esto: el tiempo no es infinito (comenzó en el Big Bang, y bien puede terminar); el universo no es infinito (se curva sobre sí mismo como una esfera); las líneas no son rectas; los intervalos de tiempo y la distancia dependen del observador; el tiempo puede moverse más rápido, más lento e incluso en reversa; y muchos fenómenos no tienen una causa (como el Big Bang y la desintegración radiactiva). En realidad, es probable que nada tenga una causa, solo una probabilidad estadística impredecible . Si esto destruye tu visión del mundo, supéralo.
No tenemos experiencia con la eternidad eterna, entonces, ¿qué audacia para sugerir que Dios está “congelado eternamente!” La mejor descripción de la atemporalidad que he encontrado fue escrita por Boecio 1500 años antes de la relatividad, la mecánica cuántica o el Big Bang:
La eternidad es la posesión simultánea y completa de la vida infinita. Esto aparecerá más claramente si lo comparamos con cosas temporales. Todo lo que vive bajo las condiciones del tiempo se mueve a través del presente desde el pasado hacia el futuro; no hay nada establecido en el tiempo que pueda en un momento captar todo el espacio de su vida. Todavía no puede comprender mañana; ayer ya ha perdido. Y en esta vida de hoy tu vida no es más que un momento cambiante y pasajero. … Porque aunque [el universo entero] aprehende y capta un espacio de vida infinita, no abarca el todo simultáneamente; aún no ha experimentado el futuro. Lo que con razón deberíamos llamar eterno es lo que capta y posee total y simultáneamente la plenitud de la vida sin fin, que carece de nada del futuro y no ha perdido nada del pasado fugaz. ( Boecio, Consolación , págs. 68–69)
Mejor te acostumbras a no saber. Los mejores científicos están bastante acostumbrados:
- P: ¿Qué causó el Big Bang? A: El tiempo comenzó con el Big Bang. Traducción: no lo sé.
- P: ¿Por qué la gravedad del universo es mucho más poderosa de lo esperado? A: materia oscura. Traducción: no lo sé.
- P: ¿Cuándo explotará este átomo de uranio? R: Tiene una vida media de 4.5 billones de años. Traducción: no lo sé.
- P: ¿Son las ondas de luz o partículas? A: La luz es cuantos de energía. Traducción: no lo sé.
Te dan la imagen. Y lo mismo ocurre con las preguntas sobre la eternidad eterna, y las decisiones, los eventos y la creatividad en ese entorno. Nuestro intelecto insignificante no puede comprenderlo. Quizás algún día, pero no aguantes la respiración.