Recibí el Espíritu Santo en el instante en que creí en Jesucristo.
Existe un mito propagado por los carismáticos y los de las rayas “pentecostales” que dice que el “bautismo del Espíritu Santo” es un evento posterior a la salvación, a menudo acompañado de balbuceos o ladridos como un perro y rodando por el suelo o riendo sin control. No negaré que haya un espíritu involucrado con ese tipo de comportamiento, pero ciertamente no es el Espíritu Santo.
La Biblia lo hace muy simple:
Romanos 8: 9 Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Ahora bien, si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
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Si no tienes el Espíritu de Dios en ti, no eres salvo. Eso es porque el Espíritu Santo es el modo por el cual incluso somos salvos:
Efesios 5: 30 Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por medio del cual estáis sellados hasta el día de la redención.
Además, la Biblia explica qué es el bautismo del Espíritu:
Colosenses 2: 9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.
10 Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y poder:
11 En quien también sois circuncidados con la circuncisión hecha sin manos, al quitar el cuerpo de los pecados de la carne por la circuncisión de Cristo:
12 Enterrados con él en el bautismo, en donde también vosotros habéis resucitado con él por la fe de la operación de Dios, que lo resucitó de los muertos.
13 Y tú, habiendo muerto en tus pecados y en la incircuncisión de tu carne, él ha vivificado junto con él, habiéndote perdonado todas las ofensas;
En Él -> completa -> circuncisión sin manos -> bautismo -> operación de Dios -> vivificado = salvación.
Finalmente, y clave en este contexto, es que el énfasis en la Biblia nunca está en el Espíritu Santo. Él no habla de sí mismo, sino que da testimonio de Jesucristo a través de su palabra (Juan 16:13). El Espíritu Santo es, sin duda, una persona de la divinidad, pero su obra es glorificar al Hijo (Jesucristo) y permitir la comunión entre los creyentes y el Padre. No te dejes llevar por estas tonterías carismáticas no bíblicas con demasiado énfasis en la obra del Espíritu. Su trabajo es glorificar a Dios, no hacer que las personas actúen como si estuvieran poseídas por demonios.