Es cierto que, aunque en la mayoría de los casos no tenemos las palabras exactas de Jesús ( ipsissima verba ), hay buenas razones para creer que tenemos el verdadero significado de ellas ( ipsissima vox ) por varias razones:
- los documentos del NT se basaron en relatos de testigos oculares de personas que sabían arameo y griego para que supieran si se tradujeron correctamente;
- tenemos múltiples cuentas de muchos de los mismos discursos para verificar su precisión;
- Luke afirma estar dando una descripción precisa de los eventos (Lucas 1: 1-4), y su cuenta en Hechos ha sido confirmada con precisión en múltiples detalles (ver Colin Hemer, ibid.);
- Muchas de las cuentas fueron escritas en los recuerdos de los testigos presenciales (c. 55-70 d. C.);
- Algunos de los escritores del Nuevo Testamento fueron entrenados para mantener registros (Mateo era un recaudador de impuestos; Lucas era un médico; Pablo era muy educado);
- Muchos en la cultura no literaria del Nuevo Testamento tenían recuerdos bien desarrollados (véase Richard Bauckham, Jesús y los testigos oculares , cap. 11-13);
- Las palabras y los hechos de Jesús fueron eventos de impacto que habrían quedado grabados en los recuerdos de quienes lo escucharon.
- Jesús prometió que guiaría los recuerdos de sus discípulos al recordar lo que les dijo: “Pero el Ayudante, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, te enseñará todas las cosas y te recordará todo lo que yo te he dicho ”(Juan 14:26).
Esta evidencia acumulativa respalda firmemente la conclusión de que el Nuevo Testamento proporciona un informe preciso de lo que Jesús realmente dijo e hizo.
- ¿Los escritores del Evangelio informaban o creaban las palabras de Cristo? Por Norman L. Geisler Página en normangeisler.net