En primer lugar, la evidencia de una cosa no tiene nada que ver con la evidencia de otra.
El concepto de evolución por variación y selección natural solo ha existido desde la década de 1850, pero hemos acumulado abundante evidencia es el mecanismo central de cómo nosotros y todos los seres vivos que conocemos “llegamos aquí” y cómo estamos conectados en una familia gigante árbol: el árbol de la vida en la tierra.
Además, la evolución sigue ocurriendo constantemente a nuestro alrededor, un ejemplo desagradable del cual es la evolución de los microbios resistentes a los medicamentos desde la introducción de los antibióticos modernos en la década de 1940. Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina, predijo que esto ocurriría antes de que se observara.
Dioses, probablemente muchos miles de ellos, durante milenios, han sido conjurados o postulados por varias culturas humanas durante al menos 80-100,000 años, cuando surgió el Homo sapiens moderno, abandonó África y pobló el planeta. El hombre ha concebido todo tipo de dios imaginable, y algunos en gran medida inimaginables. En su ingenuidad científica, los humanos atribuyeron toda clase de fenómenos naturales a los dioses. Era perfectamente natural que el hombre recurriera a lo sobrenatural, mientras que nuestra especie no tenía las herramientas para captar su mundo, desde el clima, las estaciones y las estrellas en el cielo. Y nuestros antepasados hicieron todo lo que pudieron pensar, incluido el sacrificio humano, para mantener felices a sus dioses.
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Solo en los últimos ~ 600 años con la llegada del Renacimiento y la Ilustración, que lentamente produjeron las herramientas y la libertad para que el hombre explore el universo desde lo diminuto, como los átomos, las moléculas y las bacterias, hasta lo vasto, como el sistema solar, la galaxia y universo.
La ciencia ha retirado la cortina negra de la religión revelando las fuerzas naturales básicas que determinan cómo funciona el electromagnetismo, cómo la gravedad afecta el espacio-tiempo, de qué están hechos los átomos, cómo se formaron los elementos en las estrellas, cómo se descomponen los átomos y cómo convertir la materia en cantidades de energía previamente inimaginables.
Sin embargo, ninguna de estas herramientas, por avanzada que sea, ha desalojado cualquier evidencia de los dioses, o ha señalado a un Dios eterno, omnipotente y omnisciente. Tampoco espero encontrar alguna evidencia empírica de esta gran deidad, porque sospecho que Él no está allí y nunca estuvo.
Dicho esto, no es imposible que Dios o los dioses existan. Los teístas y los deístas han evocado mil y una razones por las cuales no hemos encontrado a Dios, tal como Él no desea ser encontrado … o Dios reside en una dimensión diferente a la que no podemos acceder. Pero la mente curiosa encuentra estas excusas para no producir evidencia de un Dios bastante cojo.
Dada la falta de evidencia, en este momento, la probabilidad de que un Dios exista se está desvaneciendo, a pesar de parecerle alto y bajo. Dado esto, no debería sorprendernos que aún no hayamos descubierto evidencia empírica para esta santa deidad. Tampoco sospecho que alguna vez lo haremos.