Para un verdadero cristiano, el miedo a la muerte o al castigo no tiene importancia. No temo a la muerte, pero sí temo el acto de morir. Por ejemplo: morir en un incendio es algo que temo, o pasar mis últimos días en un hogar de ancianos babeando por el costado de mi boca también me da miedo. Pero la muerte en sí no es algo que temo.
Lo único que más temo es desagradar a mi padre celestial. No quiero decepcionarlo viviendo mi vida de una manera que él no aprobaría. Como soy imperfecto, es difícil hacerlo, pero trato cada día de mejorar mi relación con Dios.
Algunas religiones intentan infundir un temor mórbido a Dios en sus seguidores mediante la enseñanza de la falsa doctrina del fuego del infierno. Ahora, eso sería un castigo que sería muy temible para mí, pero un estudio de la Biblia revela que la doctrina es la mentira que más deshonra a Dios jamás soñada por aquellos que dicen servirle.
“El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor”. 1 Juan 4: 8 NWT
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Si Dios es amor, nunca pensaría en quemar a sus hijos en un incendio y luego se encargaría de que no fueran consumidos, sino que serían torturados por una eternidad.
“La conclusión del asunto, todo lo que se ha escuchado, es: Temer al Dios verdadero y guardar sus mandamientos, porque esta es toda la obligación del hombre”. Eclesiastés 12:13
El temor a Dios no es un temor al castigo, sino un miedo a desagradarlo, como un hijo amoroso teme desagradar a su padre. Es por amor que un cristiano teme desagradar a su Padre; no miedo al castigo.