Sé que esto va a molestar a algunas personas, pero … No creo que haya profetas hoy a la manera de Moisés, Isaías, Jesús, Pablo o el Apóstol Juan. Son innecesarios, ya que todos nosotros (creyentes) tenemos el Espíritu Santo morando en nosotros y aconsejándonos a cada uno de nosotros diariamente. Entonces, en cierto sentido, cada creyente es un profeta, siempre que permanezca en oración y busque diligentemente el propósito de Dios.
Esto evita mucha confusión, ya que a cada creyente no se le da la misma palabra y es imposible que un creyente le diga a otro lo que Dios quiere que haga. No quiero decir que el Espíritu Santo es contradictorio, que le dirá a una persona que “x” está mal y a otra “x” está bien, per se. Lo que puede hacer es aconsejar a un creyente que no siga un curso determinado que otro pueda sin consecuencias. Recuerdo a un ministro que fue condenado muy temprano en su vida de que ir al cine no era algo que él debería hacer como cristiano, PERO tenía muy claro que Dios no puede dar esta palabra a todos: “Otros pueden, no puedo”. Esto es exactamente de lo que estoy hablando. NADIE excepto el Espíritu Santo tiene la prerrogativa o la responsabilidad o el derecho de decirle a otro creyente lo que es correcto o incorrecto para ellos. Una autoridad puede aconsejar, instar y señalar el pecado evidente y advertir a un creyente del juicio, pero no hay voces proféticas que hablen a todos los creyentes de la forma en que los profetas hablaron al pueblo de Dios en el pasado. Entiendo que los mormones y los testigos de Jehová creen de manera diferente. Nos separaremos de la compañía en este tema como lo hacemos en muchos otros, pero no significa nada para mí. No soy ni mormón ni testigo de Jehová, por lo que lo que dicen sus “profetas” no me afecta en absoluto.