En orden de lo que debería motivarte a asistir a la iglesia como cristiano (con disculpas a San Bernardo de Claraval:
- Amor de Dios por el amor de Dios. En acción de gracias por la bondad de Dios mismo, para ofrecer alabanzas y adoración al Altísimo.
- Amor de Dios por el bien del prójimo. Cuanto más nos acercamos colectivamente a Dios, más cerca estamos todos unos de otros.
- Amor de Dios por sí mismo. Por acción de gracias por los favores recibidos, por nuestras propias necesidades y debilidades, e incluso por miedo (o para cubrir nuestra apuesta contra) el infierno.
- Amor al prójimo por el amor de Dios. Al unirnos como comunidad, podemos cumplir mejor la voluntad de Dios en el lugar donde habitamos.
- Amor al prójimo por sí mismo. Las iglesias todavía son lugares de verdadera red social, como lugares donde uno puede conectarse con personas de diversas profesiones y roles dentro de la comunidad.
- Amor a uno mismo por el bien de uno mismo. El hábito de reservar tiempo para el silencio, la contemplación, enfocándose en cómo debemos vivir, está bien establecido como beneficioso para el cerebro y la capacidad de manejar el estrés.
Si bien todas estas son buenas razones, la peor razón que podría dar también debería ser, para el cristiano, convincente. Dios dijo eso. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, un día a la semana se reserva absolutamente para Dios (en beneficio de la humanidad).