Puedes ser liberal y no te gusta el contenido de la doctrina islámica: sus elementos antihumanos, digamos, sus tabúes y leyes. (Para ser consistente en mantener esta posición, probablemente también deba detestar el judaísmo y el cristianismo).
No puedes llamarte liberal si tienes un odio a priori por todos los religiosos, independientemente de su comportamiento en el mundo. La intolerancia y el prejuicio no son virtudes liberales. Se supone que los liberales deben frenar las acciones y el discurso que apuntan a oprimir o dañar a otros. No todos los judíos, cristianos o musulmanes tienen algo como ese objetivo. No todos los religiosos creen que las personas homosexuales merecen ser apedreadas, por ejemplo, o que deberían ser capaces de apedrear a una adúltera. Sin embargo, existe una licencia textual para ambos en la escritura sagrada de una o más de las religiones abrahámicas.
Odiar a 1.600 millones de personas sin crítica y sin pestañear porque le disgustan unos pocos versos de sus textos sagrados, o porque una minoría cada vez más pequeña son terroristas radicalizados, es fanático e iliberal en extremo. Se supone que los liberales valoran los matices y la comprensión compleja basada en el ejercicio del pensamiento crítico. Un objetivo básico del liberalismo es el florecimiento humano basado en la tolerancia y el entendimiento mutuo.
Un liberal debe oponerse profundamente a ideas perniciosas específicas, y especialmente oponerse a esas ideas cuando se ponen en práctica. No deberían ser fanáticos acríticos.
Y odio es una palabra malditamente fuerte, y ha sido responsable de muy poco bien en este mundo, tal vez ninguno en absoluto.
A modo de posdata: no estoy seguro de que sea significativo odiar la religión sin hacer referencia a los creyentes. El Corán no vuela aviones en edificios o decapita cautivos, y ese es el tipo de cosas que todos aborrecemos. Odiar un libro no herirá sus sentimientos. Es solo la práctica lo que hace que una religión sea una religión en primer lugar. De lo contrario, sería un libro. Los 1.600 millones de personas son esenciales para el fenómeno llamado Islam.
Sin embargo, como dije, no todos los 1.600 millones de musulmanes son terroristas o malhechores. Una pequeña minoría son. No todos los musulmanes quieren apedrear a los gays. Presumiblemente algunos lo hacen.
Esto hace que la distinción que sus detalles trazan entre la fe y sus creyentes sea insostenible. Es típico de los puntos de vista políticos modernos orientarse hacia las abstracciones, que son más fáciles de entender y abordar que las personas reales. Las abstracciones no son especialmente útiles. El “Islam” como un fenómeno independiente de una comunidad de fe es una abstracción inútil.