La gente espera que las iglesias estén abiertas, al menos los domingos, y que brinden ciertos servicios, tales como ritos religiosos y educación religiosa. Se necesita dinero para adquirir y mantener instalaciones en las que proporcionar dichos servicios, así como para alimentar, vestir y equipar a los profesionales que los prestan. En la medida en que alguno de esos gastos no se pueda hacer con efectivo disponible, es necesario pedir dinero prestado para financiarlos. De hecho, no es inusual que se hipotequen edificios de iglesias en los Estados Unidos. El crecimiento sostenible es necesario para pagar los préstamos y continuar operando en el presente y en el futuro (este último punto es la parte “sostenible” de la ecuación).
Quizás se pueda lograr un modelo diferente para las operaciones de la iglesia en los Estados Unidos. El apoyo estatal, que es el modelo en muchos otros países, está fuera de discusión debido a la Primera Enmienda. Sin embargo, durante mucho tiempo pensé que podría ser posible que grupos de administración de propiedades sin fines de lucro se organicen para comprar iglesias históricas, pero subutilizadas, y llenarlas alquilándolas a múltiples grupos denominacionales para su uso en diferentes momentos, algo en la naturaleza de un tiempo compartido. Probablemente sea necesario exigir a los grupos religiosos que cumplan ciertas calificaciones doctrinales para que sean mutuamente aceptables. Tal enfoque significaría que los grupos religiosos participantes no tendrían que adquirir bienes inmuebles.