Toda percepción es indirecta, ya que está mediada por (a) los sentidos físicos y, como usted mencionó, (b) los procesos mentales que dan sentido a las entradas sensoriales utilizando conceptos abstractos y representaciones lingüísticas.
Debido a estos dos intermediarios, percibimos la realidad como lo que está más allá de nuestra propia mente, y principalmente fuera de nuestro cuerpo físico. Nuestros sentidos físicos transforman la energía externa en señales internas. Nuestro cerebro combina estas señales, y nuestra mente luego ‘procesa’ los datos, analizando, reconociendo, interpretando y verbalizando, para construir un significado coherente.
Lo que se puede llamar percepción directa es lo que sucede cuando se detiene el procesamiento mental. En cambio, hay una conciencia sensorial pura e inmediata de uno mismo y de la realidad. Esto también se conoce como estado de presencia.
La percepción siempre se basa en una dicotomía fundamental entre el perceptor y lo percibido (sujeto y objeto, yo y realidad). Pero existe otra posibilidad que es la autorrealización directa de uno mismo y de la realidad como, en última instancia, una y la misma, no como un concepto de la mente ni una sensación del cuerpo, sino como la Verdad absoluta subyacente que siempre es así. En este caso, no hay “percepción” en el sentido habitual; implica el colapso de toda la dicotomía sujeto-objeto. Esta es la experiencia directa del ser, es decir, la iluminación o satori.
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