Como ateo de toda la vida, he llegado a algunas verdades que me dan una gran satisfacción en la vida, sin necesidad de un dios o una vida futura:
- Las raras condiciones de vida y la evolución de nuestro planeta que llevaron a mi humanidad, son el resultado de una larga serie de accidentes cosmológicos y biológicos. Por lo tanto, gané el último premio de lotería, mi propia existencia.
- Mis pensamientos y mi tiempo no están ocupados con reglas arbitrarias, manuscritos antiguos y rezando a una deidad imaginaria. Por lo tanto, puedo pensar más claramente sobre conocerme mejor a mí mismo y al mundo real.
- Mi moralidad es inherente a la humanidad y se basa en la sociedad actual más el bienestar y los sentimientos de los demás. Eso lo hace flexible y apropiado, y no depende de algunos edictos de la antigüedad.
- Sabiendo que los dioses provienen de nuestra imaginación y las religiones de nuestra sociedad, realmente puedo apreciar tanto la creatividad como la irracionalidad de la mente humana.
- Todo lo que queda después de mi muerte son mis logros y los recuerdos que otros tienen de mí. Esto me hace valorar la vida que estoy viviendo ahora y me motiva a crear esos logros y recuerdos.
- Nunca tengo dudas sobre mi cosmovisión. Tengo plena confianza en él porque se basa en evidencia física real, verificable. No se requiere fe.