Soy un cristiano no practicante (creo fervientemente en el mensaje de amor y tolerancia de Jesús) que trabaja en una escuela judía donde los estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria rezan todas las mañanas. He trabajado en varias escuelas comerciales privadas que no tenían afiliación religiosa de ningún tipo, y en otra escuela judía que no era religiosa, por lo que tengo una amplia experiencia en la observación de jóvenes.
Los estudiantes a quienes actualmente estoy enseñando hacen el mejor caso en apoyo de la educación moral, ya que se les enseña a aplicar sus valores religiosos judíos a todos los aspectos de su vida, y he visto cómo esto permite que la empatía se enseñe e integre con éxito. La empatía es de importancia primordial en todas nuestras interacciones humanas diarias, ya que promueve la tolerancia y la comprensión, y lamentablemente a menudo está ausente en nuestra sociedad actual de “Yo Primero”. Esta capacidad de saber cómo equilibrar nuestros deseos en concordancia con los deseos de los demás es una habilidad que es muy crucial en la formación de una organización o comunidad que sea capaz de trabajar de manera exitosa y coherente. La educación moral promueve todas estas habilidades y enfatiza el respeto. La directora de la escuela secundaria en mi escuela le da tanta importancia a la calidad de los seres humanos que la escuela resulta como a su desempeño académico, y le gusta decir que su escuela es “un taller para la humanidad”. He tenido ocasionalmente a estudiantes de secundaria irrespetuosos como lo haría en cualquier escuela en cualquier país o cultura, pero nunca he visto que ninguna de las escuelas en las que he trabajado responda tan rápido como esta a la amenaza de este comportamiento antisocial ya que no permitirán que florezca ningún tipo de conducta potencialmente autodestructiva por parte del alumno. Si bien la educación moral puede no eliminar conflictos y problemas humanos, sí permite la formación de hábitos y estrategias que ayudan a resolverlos con éxito.